EL ARTE DEL TORCEDOR

Todos los Habanos se hacen Totalmente a Mano, de la misma forma en que históricamente se han confeccionado, por los Torcedores y Torcedoras, cuyas experimentadas manos no pueden ser igualadas por máquina alguna.

Hay cuatro categorías de TorcedoresSólo al de mayor categoría se le permite confeccionar los Habanos de mayor tamaño y de mayor complejidad.

Hace falta talento natural para alcanzar la cima de este tradicional arte, donde solo una cosa ha cambiado con el tiempo: en la actualidad la gran mayoría de los Torcedores son mujeres, es decir Torcedoras.

Es tradición que un Lector acompañe con su lectura a los Torcedores en su trabajo, bien sea leyendo el periódico o bien novelas escogidas por elección popular.

En primer lugar, la Torcedora pone ante sí las dos, (o a veces tres) medias hojas que forman el capote. Las coloca en forma tal que la cara posterior de la hoja donde están más pronunciadas las venas quede hacia adentro cuando realiza el torcido del Habano.

Acto seguido, agrupa las hojas de la tripa, doblando y alineando cada hoja para asegurar el ininterrumpido paso del humo en el Habano terminado. Todas las hojas se colocan con los extremos de la hoja de sabor menos fuerte hacia lo que será la punta encendida del Habano. Así el sabor se intensificará a medida que se fuma. Las hojas con el sabor más fuerte y con una combustión más lenta, medio tiempo y ligero, se sitúan siempre en el medio de las otras hojas.

Ahora la Torcedora forma el bonche, enrollando las hojas de tripa con el capote, de acuerdo al diámetro preciso del Habano que se esté realizando. El torcido comienza en lo que será la boquilla – parte por la que se encenderá el Habano –. La compresión de la tripa debe ser igual en todos los puntos. La cabeza del bonche se corta con ayuda de la guillotina.

La Torcedora confecciona los bonches y los prensa durante al menos 30 minutos en un molde de madera para darles forma.

A continuación, la Torcedora prepara la mitad de la hoja de capa, aún húmeda, para que se ajuste perfectamente a la forma del bonche. La sitúa sobre la tabla con la cara que más pronunciadas tenga las venas hacia arriba, dejando que el lado más suave esté visible en la parte externa del Habano.

Con un ligero corte de la chaveta recorta la hoja de capa, prestando especial atención al borde que se verá en el Habano ya terminado.

El bonche se pone sobre la hoja de capa y se envuelve en ella, situando la punta de la hoja de la capa en la boquilla o pie del Habano. Con destreza, la punta de los dedos estira y endereza con gran cuidado la hoja en la medida en que el bonche se envuelve en la capa. El estirado de la hoja tiene que ser perfecto.

A continuación, viene el gorro. Primero se corta una sección, llamada ‘pañuelo’, de la hoja sobrante de la capa. Esta se envuelve alrededor de la perilla para cerrar la punta y asegurar la capa.

Para darle el toque final, se corta con el casquillo un pequeño disco en la hoja de capa y se pega sobre el pañuelo con goma vegetal.

Por último, el Habano se corta con la guillotina al tamaño deseado y así concluye el trabajo.

En un día, un buen Torcedor, puede elaborar entre 60 y 150 Habanos de esta manera, en dependencia del tamaño y la complejidad de su forma.

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